Solitarios

miércoles, 8 de septiembre de 2010

Subí en el tren que me llevaría de la hermosa capital de la moda a Versalles, traía puesta una ropa sencilla dejando atrás el glamour del desfile de modas que acaba de realizar hacia apenas unos minutos. No quería ser asediada por fans o algún paparazzi que buscará su columna de ocho a costa de mi perfección.

Debía aprovechar mi estancia en el tren; lejos de guaruras que “Don Aston” mi padre, ponía para cuidar mi seguridad. Afortunadamente un puchero de mí parte fue suficiente para que no me siguieran a todas partes; lo obligué a retirarme la seguridad con la condición de no ir sola a mis eventos, así que cuando terminaban era libre de ellos.

La tarea de relajación sería fácil. Ese tren inspirándome y acompañada de mi adorado lente, me encargaría de captar los detalles más especiales y sobresalientes que a mi gusto veían quedar grabados por el simple hecho de ser inolvidables.

Comencé a recorrer los vagones en busca de imágenes que me llamaran a atención. El paisaje claro, pero después de un par ya no llamaba más mi atención. No tenía nada de especial mostrar al mundo algo que todo mundo sabía que existía.

Logré captar a ese pequeño que escondía a su cachorrito, si un policía lo veía, adiós cachorro. Mi camino me llevó luego a la cafetería en donde una mujer solitaria contemplaba atenta algo, tomé una foto y enseguida seguí su mirada.

Al fondo había una pareja de ancianos recargados uno en el hombro del otro. No pude evitar mirarlos más tiempo del normal. Me senté en una mesa cerca a la primera anciana y me dediqué a mirar a la pareja.

El amor y yo no simpatizábamos ni lo haríamos nunca. Yo no creía que existiera, pero cuando observaba escenas como estás me preguntaba en si era posible que existiera. Después miré de vuelta a la mujer que observaba melancólica la escena, me visualice a mi misma en un futuro, sentada mirando y estudiando una pareja, aparentemente feliz, aparentemente enamorada y pensando si era posible que existiera.

Era raro pensar en mí de vieja, me vería similar, me veía claro con estilo y sin ese horrible sombrero tan extravagante, pero como ella; simplemente de espectadora del juego del amor, anciana, amargada y sola.

Aunque no quería llegar a vieja. Siempre había pensado que una diva como yo debía volverse una gran leyenda y para eso debía morir en plenitud, mejor aun en un escenario hasta mi último segundo de vida. Me reí de mi misma, a veces pensaba de algunas maneras tan raras.

Iba a tomar una foto de esa silueta dibujada de manera natural en una puerta de madera cuando observé detrás de ese cristal, me encontré con la mirada más triste que había visto en mi vida. Y sí la mirada melancólica de la señora me había causado alguna impresión antes ahora se quedaba muy atrás.

De pronto estaba de nuevo atrás en el tiempo. Sentí confusión, terror, vacío, desesperanza, soledad, desdicha, pesadumbre y un gran deseo de desaparecer, no seguir perdida en el mundo. Me encontraba en una vida errónea y sin sentido en la que no podía hacer ya nada más para recuperar lo perdido.

La mirada me había atrapado de tal manera y transmitido de golpe todas esas emociones que inmediatamente sentí dolor. Los miles de recuerdos caían de golpe.

No podía hacer nada para volver a la vida a mi mejor amigo. Estaba frente a mí muerto en vida, sin ganas de nada. Mi familia ya no existía, nada era ni sería jamás igual; el hueco acompañado de dolor intenso no cesaba, solo que esta vez no era mi propio dolor; estaba sumida en el dolor del chico de mirada luminosa que estaba frente a mí sumido en sus propias sombras de soledad que ni con todo eso lograban ocultar su resplandor ¿me vería yo así en la peor época de mi vida?

Era un chico que iba sólo en un compartimiento. Perdido completamente en sus pensamientos, con esa mirada que causó un escalofrío que entumeció y recorrió todo mi cuerpo. Esa mirada encargada de provocar todos esos sentimientos, que desgraciadamente para él ahora yo no estaba sola y que lo hacía sentir eso mismo que siempre me comparaba, de lo que tanto huía tratando de olvidar.

Lo comprendía tan bien. Me metí en el compartimiento sin hacer ruido y me senté frente a él. Tomé una revista de una de las mesitas que estaban cerca y fingí leer. Ni siquiera tuve que esforzarme en hacerlo, no se percató de que lo estaba espiando descaradamente. Seguía perdido, herido y en un lugar lejos de aquí, lejos de mí, aunque su cuerpo estaba frente.

Lo estudié por un rato. Era guapo cierto, un chico que si alguien simplemente miraba en la calle vería como común, pero si prestaba mayor atención y se daba el tiempo de observarlo, de ver su mirada se daría cuenta de su importancia, bueno no era raro, las personas pasan tan aprisa que nunca perciben nada.

Sus rasgos eran europeos, unos grandes y carnosos labios rojos, recordé a blanca nieves, su nariz era pequeña y respingada, traía jeans, converse y una sudadera color negro. Su arreglo lucía fatal y tan perdido, pesé a todo su mirada seguía invitando a contemplar esa intensidad de color marrón.

Sin pensarlo tomé una fotografía, afortunadamente había desactivado el flash desde las fotos anteriores para no llamar la atención y la iluminación de esta era el propio atardecer que se colaba por la ventana.

Al mirarlo sentí desesperación, Vi reflejado también parte del sufrimiento de mi hermano y el gran dolor que sentía, tampoco a él podría ayudarlo. Y de verdad quería hacer más para que no se sintiera así, pero quien era yo para entrometerme sin que me pidieran opinión.

Se me antojaba decirle miles de palabras que me hubiera gustado escuchar en ese momento de soledad, que me hubiera gustado que alguien dijera, que alguien inventara o mintiera para que yo me sintiera un poco mejor. Tantas como le había dicho yo a Darian, tantas que nunca nadie pronunció.

No sé cuanto tiempo paso así. Cuando reaccioné pude ver las luces de Versalles, estaba apunto de llegar a mi destino. Busqué dentro de mi bolsa mi libreta. Saqué un bolígrafo rápidamente.


Cuando sientas que el final llegó, levántate. Saca fuerzas de los mejores recuerdos. Guarda todo lo malo en un cajón. Lleva contigo las cicatrices orgulloso, mostrándole al mundo que duelen y que pesé a eso sigues en pie. No estás sólo y jamás lo estarás. Y si necesitas un abrazo no dudes en pedirlo, como tampoco dudes sonreír para iluminar con eso la vida de los demás.

Ten fe. R.A.


Caminé hasta estar frente a él, quien de golpe al sentir mi presencia regresó a este mundo. Nos miramos un par de segundos. Instintivamente besé su frente y lo abracé-suerte-murmuré en su oído, entregué la nota y salí del compartimiento. No quería mirarlo. No quería romper mi promesa de jamás llorar y si lo volvía a ver ahora mismo a la cara en ese estado no me contendría más

Jamás olvidaré ese rostro, que me hace creer que no estoy sola, que hay alguien más sintiendo exactamente lo mismo a quien para variar no pude ayudar tampoco. Existe alguien por allí sintiendo igual, alguien que sin darse cuenta me salvo de sentirme la única atrapada en un lugar sin sentido sola…

Obsesión

lunes, 19 de julio de 2010

Podía recordar cuando era sólo un chiquillo y poder bufarme ahora de que ya no lo soy. Al menos, no el mismo.

Quería ahogarme en alcohol, en otras personas, perderme hasta no saber nada de mi, nada de ella. Quería perderme, pero quería encontrarla.

Aun podía cerrar los ojos y recordar la primera vez que la miré. Le sonreía a los niños pequeños con una mirada tan diferente a la que había visto jamás. Era como si fuera a cazarlos uno a uno, y a la vez tratara de evitar hacerlo. Su belleza era cautivante, sus labios llamativos y a veces parecía brillar de una forma tan particular que parecía que sólo yo podía mirar.

No me enamoré a primera vista: enloquecí.

Ya no podía pensar en otra cosa que no fuera ella, siempre ella. Salía antes de clases para verla de frente, me escapaba para coincidir con ella en el pasillo, me quedaba más tiempo con tal de verla salir. Era una obsesión que no me podía explicar, que nadie podía entender. Debía ser ella para mi, sólo para mi, sin compartirla.

Actué como un chiquillo pensando en eso. Hice un berrinche ante la única que podía hacer algo para complacerme; mi madre, la directora del colegio. Debía estar a mi lado, debía estar frente de mi.

- ¿Por qué esa profesora?
- Porque el viejo que me da clase me aburre - dije indiferente, aburrido, opacando las ansias que sentía, aguantando las ganas de gritar que ella debía estar a mi lado, sólo ella.

Pero cada clase era una tortura. Cada centimetro que me acercaba a ella podía oler su perfume especial, podía mirar su perfección, sólo provocaba que la deseara más y más. Estaba a punto de perder la razón. Hasta que ya no pude más.

- Sólo acepto para que se le quite la idea de perseguirme todo el tiempo.
- No es perseguirla. Sólo es querer estar a tu lado.
- Es la obsesión de un chico caprichoso - alegó.
- No - afirmé - es el ideal de un enamorado: estar al lado del amor verdadero.
- Te equivocas entonces de persona. Usted no me interesa en lo absoluto.

Sonreí tratando de tocar su mano que alejó de inmediato al leer mi acción.

- ¿Sabes que podrías ser encerrasa por salir con un menor de edad que además es tu alumno?

Ella puso una cara furiosa y se levantó a toda prisa, pero pude detenerla tomándola de la muñeca. tenía una mirada tan parecida a la que le vi la primera vez. Por primera vez pude saber, leer lo que ella pensaba: Estaba furiosa conmigo, pero no me haría daño.

Se volvió a sentar.

- ¿Quieres que me encierren en la carcel por salir con un niño?
- No - volví a intentar tomar su mano ahora con exito - quiero que olvides que sólo soy un niño - la miré y, aunque negaba siempre todo, cedió.

Ambos olvidamos lo que eramos. Olvidamos que no podíamos estar juntos por muchas razones. Lo que no sabía es que ella tenía más razones para no estar juntos que yo ignoraba. Pero en ese momento (y en realidad nunca) me importó.

No me costó trabajo comenzar a compartir momentos juntos, a lanzarnos miradas que sólo los dos entendíamos, pronto todo el berrinche que había hecho se había convertido en amor, estaba enamorado de ella.

Cada momento que pasabamos juntos, en el que inventabamos motivos para estar a solas yo sólo quería besarla, tomarla entre mis brazos, pero ella se alejaba de los roces, de un ligero toque, el día que la tomé de la mano fue la primera vez que la pude tocar y durante mucho pensé que iba a ser la última.

Pero algo que no le puedes hacer a una persona terca es decir que obedezca. Me dijo que no la siguiera, e igual llegue a la puerta de su casa donde no le causé la más minima sorpresa, de hecho suspiró molesta, pero contenta de verme. Me dejó entrar.

- No debes estar aquí. - me dijo con una expresión que poco a poco había encontrado en ella, contradicción.
- Sabías que iba a llegar.
- Tarde o temprano, sí, lo sabía - sonrió y me ofreció de tomar un café. Ella se sirvió una copa de vino tinto, yo le pedí una pero me regañó alegando que era menor de edad.

Nos sentamos en la mesa, uno frente a otro, platicando de la escuela, después de nuestros viajes, cambiamos de tema a lo que nos gustaba y pronto, ya sin café en la taza ni vino en la copa, los dos dejamos de hablar para mirarnos a los ojos y suspirar.

Acerqué mi mano a la de ella, y no la retiró. Tenía un tacto frio, pero acogedor. Me miró con un poco de miedo, pero no se alejó. Me puse de pie sin soltarla, e hipnotizado por ella me acerqué peligrosamente a su rostro, la sujeté delicadamente de su mejilla retirandole los cabellos de la cara y, aspirando su aroma, la besé.

Entrecerré los ojos, pero era como si pudiera adivinar los que ella pensaba, lo que ella también deseaba. Los dulces besos se fueron transformando rápidamente en apasionados y desenfrenados arranques de deseo.

Ya no podía esperar, quería tomarla y hacerla mía, todo estaba a mi favor, a nuestro favor. Pero ella se detuvo de pronto. Fue un enfrenon que no me dejó actuar.

Ella me empezó a correr, a decir que debía de irme porque ella era mi maestra y yo debía alejarme. No sólo me sacó a patadas, ella empezó a mentirme diciendo que no sentía nada por mi.

- Yo te amo.
- Tu me enfermas - dijo antes de azotarme la puerta en la cara.

Después las cosas fueron demasiado confusas.

Me llegaban mensajes de texto aplaudiendome, otros burlandose, algunos me preguntaban cómo lo había hecho, pero yo no entendí hasta que llegué a la computadora y leí todo. Alguien nos había expuesto. Había dicho que salíamos juntos, que andabamos juntos.

Por más que traté de negar la versión, de justificar todo, no sirvió de nada. El lunes la vi salir a la oficina de mi madre, y me di cuenta que era la última vez que la vería caminar por los pasillos, que me dirigiera su mirada y de inmediato la telepatía entre nosotros se rompió.

Perdí la razón. Quería ir tras de ella, pero mi madre me lo negó por completo, literalmente me encerró para que no saliera a ninguna parte. Sólo que puede más la voluntad de un enamorado que una simple puerta. Abrí la ventana y, con malabares que aun no entiendo cómo los hice, pude escapar del sexto piso del edificio donde vivíamos.

Corrí a su casa, pero lo único que encontré fue un discreto camion de mudanza junto con otro de caridad. Ninguno de los conductores sabía de la dueña, la administradora del edificio dijo que ella se había ido sin decir a donde. Volví al camión de mudanza corriendo.

- ¿A dónde llevan esas cosas?
- ¡Qué te importa! - dijo muy molesto, saque mi cartera y alivie su molestia - a una bodega. - respondió más animoso.
- ¿Eso era todo?
- No, en realidad sólo son esas cajas.
- Se las compro - dije sin chistar y el conductor se rio.
- No soy ladrón - me malmiró y se subió de inmediato a su camión.
- No, espere... yo no le pido que sea ladron... sólo dejeme ver lo que hay en las cajas.
- Entonces el ladron es usted.
- No, yo sólo... - no tenía cómo explicarlo - sólo dejeme ver lo que hay en las cajas, se lo ruego.

Sonrió sabiendo que tenía todas las ventajas. Me dijo que subiera al camión. No podía mostrarme las cajas ahí, así que me llevó a la bodega luego de otra muestra de mi generosidad.
Yo buscaba alguna pista, algo que me llevar a ella, pero lo que encontré en las cajas fueron las cosas más extrañas que había visto. Libros viejos, fotografías, ropa antigua. ¿Porqué guaradaba esas cosas?

Abrí un cuaderno que tenía las hojas amarillas de lo viejas que eran, más no descuidadas. Tenía una caligrafía alargada que me costaba trabajo entender. Me senté por horas en el piso frio tratando de comprer cada una de las palabras que decía.

Hablaba y hablaba de la Emperatriz, de su querido Max. Pero seguía sin entender mucho, su español era antiguo y tenía más palabras de las que necesitaba. Seguí hojeandolo hasta que de ahí cayó una fotografía amarilla, arrugada y vieja.

La tomé y vi el retrato de la joven que vestía ropas muy discretas, negras y apenas podía sonreir.

Era ella.

Pensé y pensé en lo que significaba eso. Era claro que debía ser un montaje, o una pariente parecida a ella, podía ser lo que sea.

Esa noche no dormí, no pude cerrar los ojos. Tenía un enorme vacio en el estomago, en todo el cuerpo, en el alma. ¿quién era ella? ¿por qué se había ido?

Es noche decidí que fuera como fuera, yo la encontraría.

En terapía

domingo, 30 de mayo de 2010

Definirme no es tan fácil. He conocido personas que lo hacen simple y facilmente en 3 palabras. Casi los puedo escuchar Sidney Elizabeth Dawson: sexy, valiente y seductora. Otras con conciencia más amplia y conocedoras un poco más de mi encanto dicen: inolvidable, sexy, valiente y nunca la superare.

Hoy día puedo decir que únicamente 2 personas han tenido definiciones de la verdadera Dawson y no solo de la simple inglesa renegada. Y si tratara de resumir mi historia seria hablando de mi nacimiento en Castle Combe, Inglaterra, un pueblo pequeño y tan clásico que se vuelve monotono y aburrido. Aunque obviamente en mis primeros años de vida no lo veía así.

Mis padres "fueron especiales", se conocieron allí. Mi madre era “de una naturaleza diferente” (mitad sangre humana y mitad sangre vampiro, eso la hizo especial). Mi padre era sólo un humano (o eso es lo que ella creía). Ambos se enamoraron. Mamá trató de contar su historia a papá, sin necesidad de pronunciar palabra él ya la sabia. (Mi familia llevaba más de 10 generaciones en la caza de vampiros, ambos fueron muy felices por varios años).

A mi madre la asesinaron (en una pelea ocasionada por vampiros) cuando yo era muy pequeña, aún recuerdo a mi padre sufriendo. Llegó tarde, no la pudo ayudar y siempre se culpo de su muerte.

Después de varios meses decide mostrar una gran fortaleza y comienza a buscar por todos lados a los culpables de la muerte ¡se obsesionó tanto!. Eso no quito que fuéramos grandes amigos y me contara la verdad (después de todo también tengo un poco de la sangre de mamá y más fuerza que los propios humanos, aunque soy una simple y sexy humana).

Papá localizó a los culpables (vampiros y terminó con ellos) se encargó de su castigo (los mato obviamente como todo buen cazador) quedó muy mal herido porque antes de entregarlos lo torturaron y murió en mis brazos (una chica del clan logra escapar, mi nueva misión era capturarla y terminar con ella).

Me dediqué a practicar artes marciales, una tía anciana que tenía se encargó de mí hasta el día de su muerte, para entonces ya era mayor de edad (los ratos que no me la pasaba encerrada entrenando, una gran cazadora, buscando en cada rincón terminar con la tipa causante de todo, viajando por el mundo sin otro deseo que venganza)

Trabajando sin parar, ganando mi propio dinero sin tocar ni un centavo de mi herencia, una mujer fuerte y luchadora que después de un tiempo viviendo en mi infierno personal salí a flote, sin él pero salí a flote.

En uno de mis viajes conocí al chico perfecto, Matthew Valois. Me amaba y lo amaba, deje de lado la caza de la causante, estaba teniendo una vida normal. La boda estaba a la puerta pero un fatídico evento cambió todo. Murió.

(((La siguiente parte no se la contaria ni a él ni a nadie era una parte de mi historia. La más importante de todas y era solo mía y de el nunca habías ido pronunciada por mis labios y dudaba algún día poder contarla a alguien. De allí saqué mis fuerzas para ser la inglesa renegada, para ser conciente de que vida "SOLO UNA" la aprovechas, la vives, te diviertes, o te la pasas chillando y sufriendo todo el tiempo sin disfrutar. Uno nunca sabe cuando le volaran la cabeza en alguna batalla, así que a vivir.

Nos veríamos en mi apartamento, llegué tarde, demasiado transito. Al doblar la calle tropecé con un sujetó tenía los labios cubiertos de sangre del aroma de mi amor. Lo había mordido, entre en shock ¿lo atacó?-uno más-dijo y corrió. Lo asesino mi vida se derrumbó en ese instante, tarde un par de minutos en reaccionar y después corrí tras de él, sólo lo vi alejarse, su aroma nunca lo olvidaré, lo grabe en mi mente y el día que lo encuentre... después no supe nada más de él…

No podía ver su cadáver, no podía verlo resumido así, no podía. Llamé a la policía un cadáver calcinado en mi apartamento. Mi alma se fue, sentí que mi corazón dejo de latir y yo… simplemente no era, ni nunca más seria yo, muerto y muerta ese fue el resultado.

Todo terminó, partida sin nada más me fui. Ahora estoy sola con una pseudo vida, sin familia, sin amor, con la única esperanza de poder encontrarlo y acabar con mis propias manos con ese ser que termino con el pedacito de mi vida humana y con todos sentimientos de amor dentro de mi, que destruyo toda felicidad y hacienodme disfrutar de la compañera soledad, viviendo y disfrutando de todo a mi manera)))

Miré la cara del psicologo parecía estarme juzgando duramente como chiflada. Aunque también observé como su mirada no se desviaba ni un solo instante de mí. Claramente no le era indiferente y sentía lastima de toda mi vida. Una estúpida idea contarle tus problemas a alguien más que ni de tu familia es, que ni amigo, ni conocido. Jamás volvería a hacerle caso a mi hóroscopo en algo que me recomendara.

¿Y bien sueno a loca?-dije sonriendo coquetamente

-Pues creo claramente que...-no lo deje terminar y me acerqué hasta su reclinable.

-¡Señorita! ¡Yo...

-¡Oh, vamos! en serio no te has dado cuenta que todo esto son inventos mios para estar aquí a tu lado a solas?-los ojos grandes y azules del doctor se abrieron inmensos y su corazón se volcó emocionado. Demasiado atractivo, seguramente sus paciente mujeres siempre venían a imaginar cosas. Lastima que se conformaran con solo imaginarlas.

-Es antietico

-No soy, ni sere tu paciente-sonreí y me senté junto a él en el reclinable.

-Pero...

-¿Tengo algún pero? ¿hay algo qué no te agra...

-Sexy y perfecta-sus labios callaron a los mios mientras se dejaba llevar por sus sentimientos de deseo y comenzaba a besar mis labios apasionada y desesperabadamente. Ahora estaba segura que no había prestado tanta atención a mi historia. Y en realidad no me importaba era un buen besador.

Mordí su labio-Aun tenemos tiempo de consulta, aunque diras que mis problemas eran tan graves que tedra que durar como minimo lo doble-dije acomodandome sobre él sin parar de besarlo. Diversión.

Mi confidente...

domingo, 16 de mayo de 2010

Giraba en mi cama de un lado a otro. No podía dormir. Era una de esas tantas noches en que mi cabeza no paraba de girar de idea a idea. Entre las bolas inmensas de recuerdos que no se iban.

e senté en el reclinable junto a la ventana de mi habitación. Era cierto que la vista desde mi penthouse era espectacular, no de envalde vivir en el edificio Aston, uno de más altos en New York. Comencé a ver al cielo, recordando el tiempo cuando le contaba todo a la luminosa luna. Para mi los diarios habían pasado me moda hacia mucho tiempo y la luna era una buena compañía, su soledad me decía que me comprendía y de igual manera la comprendía.

Casi podía escuchar las voces entre aquellos muros que tiempo atras fueron el palacio particular Aston. Y el susurro del viento traía a mí imaginación voces de antaño.

-¡Darian! ¡Darian! ¡te quiero mucho hermanito! ¡mi ratón!

-¡Brujita! ¡también te quiero! pesé que eres el monstruo mío

Sonreí melancolicamente ante la visión clara del pasado. Darian y yo jugando. Mis padres felices volviendo de algún viaje de negocios, con miles de regalos para nosotros. Darian y Rachel los inseparables mellizos juntos de un lado para otro. Ambos tan populares entre chicos y chicas siempre.

Cuando Darian tuvo su primer novia moría de celos. No quería que se le acercaran. No quería que lo tocaran y tenía 6 años era un niñito y siendo su hermana mayor por 4 minutos y 25 segundos no lo permitiría tan fácil. Le lanzaba bolitas de papel mojado al pelo a la chica para que se fuera y un par de maldades más.

Algo parecido sucedió cuando a los 8 años llegó mi primer novio. Él lo odiaba y lo molestaba para que no se me acercara. Y así fue con todas y cada una de las novias que tuvo me contaba al respecto de ellas y yo de los míos a él. Éramos los mejores amigos, tantos años juntos sumado a ser cuates había ayudado en la unión de eso no cabía la menor duda.

Siempre fui una niña dedicada y estudiosa "matada y nerd" como él decía. Terminaba haciéndole las tareas. Era muy inteligente solo que la flojera lo vencía a veces. Ambos ibamos adelantados en nuestras clases.

A los 8 comezaron a invitarme a pasarelas. Tan preciosa era y sobresaliente en tantas cosas que era un desperdicio no hacerlo. Así que apoyada por toidos acepté hacerla de vez en cuando, siempre que tuviera un hueco de tiempo. Allí conocía Drain mi primer novio un poco más formal, sus padres y los mios se llebaban tan bien que juraban terminariamos casados. Claro que le costo trabajo conquistarme y Darian, no lo soportaba.

Drain me quería, cuidaba, verdaderamente encantador, inteligente y con tantas cosas en común. Del mismo mundo y clase social perfectos uno para el otro. Aun así mi hermano era siemrpe mi compañero. Una bonita combinación hasta ese día en que ese profesor comenzó con sus estúpidas ideas, harto de tener que enfrentarse a ambos. Decía que Darian era mala influencia para mi, porque me obligaba a hacer cosas que seguro no haría por mi sola mala. Siempre odiaré a ese maestro.

Mis papás decidieron que sería saludable que Darian y yo nos alejáramos un poco "por nuestro bien" para no depender tanto uno de otro y para que yo tuviera un mejor desempeño estudiantil. Lo mandaron 1 año a estudiar a México aprovechando que mamá tenía asuntos que atender y mientras yo permanecería con papá aquí en la gran manzana.

¿La despedida? la peor de mi vida. Ambos llorabamos como locos, sólo teníamos 14 años ¿de qué otra manera podría ser?un par de gemelos que habían estado juntos toda la vida separados por estupideces de la escuela. Sí, vendrían cada fin de semana y lo que fuera pero mi vida no iba a ser lo mismo sin él. De nada sirvieron los planes para tratar de evitar su partida la separación llegó un día sin´más remedio.

-¡Te quiero! ¡vuelve pronto ratón!-grité mientras lo veía abordar el avión privado de mamá.

-¡Brujita! ¡monstruo mío! ¡no me quiero ir no! ¡no te quiero dejar! ¡no quiero!-fue lo último que gritó y la primera vez que lo vi llorar, nunca olvidar´ea primera vez.

Las lágrimas no dejaban de caer cuando el avión despegó, lo extrañaría. La mitad de mi se iba a México. Lloré, lloré y lloraba todos los días. Al despertar, correr a su habitación y darme cuenta que no estaba; en la tarde cuando comía sola y no tenía con quien jugar o hacer travesuras a las niñeras, en la noche al no tenerlo después de ver una película de terror para que durmiera a mi lado igual de asustado pero cuidandomé. Siempre lo extrañaba y lloraba.

Mi madre y Darian venían cada fin de semana, a veces se escapaba sin avisar para darme sorpresas. Otras mi padre y yo ibamos. La separación no era tan grande debido a eso, la familia continuaba. Mis padres ya no viajaban tanto, pasábamos las vacaciones juntos y a veces hasta nos saltábamos clases y abandonábamos todo. Dar y yo hablabámos todos los días por celular, la cámara web ¡viva la tecnología!

Decidimos bajar en nuestras calificaciones para que vieran que nos complementábamos y pronto nos unieran. Creíamos que si veían lo mal que nos sentaba estaríamos pronto nuevamente juntos. El tiempo limite del año estaba por concluir cuando paso eso. Mi hermano comenzó a cambiar, se había enamorado...

Las llamadas diarias pasaron a ser llamadas una vez a la semana o cada 15 días. Yo marcaba diario soloq eu aveces colgabamos muy rápido o el no podía responder. Me agradaba que estuviera enamorado, pero no que ya no estuviera todo el tiempo para mi, sin embargo mientras se encontrara feliz todo estaría bien.

Y pasó ese estúpido accidente. El corazón de Darian quedó hecho añicos, inservible, ella lo dejo, se largo sin explicaciones sin dar señales de porque desaparecía. Darian no lo soporto, terminó en el hospital estaba casi muerto una parte de él había muerto para siempre.

Dejé los estudios de lado y fui a cuidarlo, saldríamos adelante de esa como de tantas otras lo habíamos hecho, staba convencida, mis cariños, platica y compañía le ayudarían, todo volvería a la normalidad, pero nada funciono ¡nada! ya no era mi Darian. Se había convertido en un ser irreconocible, ni siquiera en la sombra, era como un muertoi en vida, siemrpe ausente aun estando a mí lado. ¡Intenté todo! nos fuimos a vivir con ellos nuevamente y nada funcionó, el seguía enamorado obsesionado, abandonó todo por ella, su vida la escuela, la familia, lo perdí apra siempre. La desesperación no me dejaba en paz, siempre preocupada por siu bienestar y sin poder hacer más que estar dispuesta a esperar a que volviera, gritara que me necesitaba, hacerle compañía para que supiera estaba y estaría apoyandolo cuando todo pasara, tenía mucha fe en esos tiempos...

Y así comenzaron las peleas de mis padres, cada uno culpaba al otro, peleas, gritos... se alejaron, el amor y paciencia se acabaron. Vino el distanciamiento de la familia, cada quien por su lado con diversas parejas. El divorcio no tardo en llegar.

Mi vida destruida y para finalizar Darian decidió fugarse de casa para buscar a la maldita tipa que lo había dejado así. La fuente de lágrimas nunca paraba todos los días, todas las noches, todos los ratos en los que estuviera sola !todos! siempre lágrimas ¡esto tenia que terminar ya! desde ese día me juré que ni una sola lágrima más y la verdad no las he vuelto a ver.

Me obsesioné con el estudio para no pensar en nada más. Comencé a aumentar mi capacidad y los profesores decidieron avanzarme clases. A los 16 y medio ya estaba en la universidad. Como era casi imposible avanzar rápidamente en materias mis padres contrataron profesores que dependiendo mis habilidades me avanzaban de grado a los 19 había terminado mi primer carrera universitaria y entonces la rebeldía llegó a mí.

Drain nunca dejó de apoyarme. Venía a distraerme, me invitaba a pasear e inventaba cosas, pero aun así no podía dejar de extrañar a mi hermano, tan comprensivo y yo tan egoísta distraida en otras cosas. Comencé a refugiarme en sus brazos, per ¿para terminar mla como Darian sufriendo por amor? ¡no! ¡nada de enamorarme! ¡PROHIBIDO! y no podía hacerle más daño a la unica persona que siempre estuvo sumando el hecho de que ¡NO! me iba permitir enamorarme, no soportaría más decepciones. No le iba a dejar estar más, yo no iba caer en lo mismo ¡NO!, antes tendría que tener miles de aventuras, divertirme, seducir miles de chicos, antes que enamorarme lo que sea. terminé con él y huí. Merecía más que una relación como esa....

Me introdujé mucho más en el modelaje, no me lo pensé decidí dedicarme a conocer el mundo, a sesiones fotográficas, atodo lo que fuera que me distrajera. Moda, diversión, acción, vida de diva, ¡si! ahora seria una diva y nadie se atrevería a acercarse más de lo que yo quisiera. Me rodeé de gente interesada, no se necesitaban amigos en la vida y la verdad no me importaba tenerlos.

Y todo me condujo a este punto de mi vida, a esta estúpida soledad, a este estúpido rencor. Esa tipa destruyó mi vida, esa tipa cambio todo, esa tipa es la persona que más odio en la vida y a la que más me gustsría ver mal. Destruirla con mis propias manos y verla caer como ella poco a poco tiro mi reino. Decir sobra que no descansaré hasta ver lo mismo de ella.

Dije apretando fuertemente una almohada que tenía en mis manos. No sería tan facil. Volví a mirar la luna y me quede en silencio acompañda solo de su brillo.

Él

martes, 11 de mayo de 2010

"Recuerdo mi última estadía en México..." Escribí en mi cuaderno, una tarde que me quedé en mi casa.

Aun no comenzaban las clases y escribir era mi único medio de vivir sin aburrirme

"No fue lo que yo diría una magnifica experiencia, en realidad, estuve en la Ciudad de México, escondida en una aula de esas viejas escuelas ricas. Esa vez sentí que traicionaba a mi propio ser que siempre trató de ayudar a los demás, pero como dirían: "la necesidad es la necesidad" y aunque yo no necesitara mucho para sobrevivir, el hecho de haber llegado primero a los pueblos y querer ayudarlos, hizo que se terminaran parte de mis ahorros que conseguí estando en Canadá."

Me quedé pensando antes de continuar. ¡Qué experiencias las mías! Miré unas fotos que colgué en la pared: fotos de los pueblos que visité, fotos de los alumnos que más quise, y un cuadro que me regalaron y aun me llena de inspiración.

"Quizás debí de ser más cuidadosa. La escuela en la que estaba era una de esas donde se combinan todos los grados, desde primaria hasta la preparatoria. Una de esas escuelas donde el uniforme es elitista, y donde el ego de algunos es tan grande que subestima a los demás, incluyendo a un monstruo como yo.

Él era quizás el tipo más desagradable del mundo, y el hijo de la directora.

Yo daba clases a los chicos de primaria ¡Y me encantaba! Me veían tan grande para ellos que me decían maestra con respeto, ese respeto tan diferente que no te dan los demás. Pero de alguna forma llamaba la atención, por más que había decidido no hacerlo.

Y justo a él le había llamado la atención.

No supe cómo, la directora me había cambiado de pronto de los niños de primer año de primaria, a los de segundo de preparatoria, y la verdad es que no me importó, ya estaba acostumbrada también a chicos de aquella edad. Sin embargo él me hablaba de más, me seguía y no me dejaba ni respirar (bueno, eso es un decir). Su acoso era tan grande que decidí hablar con la directora, necesitaba cambiarme inmediatamente. Pero ella no accedió: yo era el capricho de su hijo y por complacerlo no me iba a mover.

Yo no sabía qué hacer.

Traté de hablar con él por todos los medios para que me entendiera, ya no me dejaba dar clases en paz. Todo el tiempo era él y él. Entonces ya no pude más. Accedí a salir con él.

Para ser franca, fue una de las mejores citas que he tenido. Siempre estuvo atento, tratándome como una princesa y no el monstruo que soy. Pero no podía garantizarle ser siempre ese ser dulce, estaba segura que el instinto me llegaría a traicionar. Empero él me insistía en que no sería así. Me rogaba estar conmigo.

Se había enamorado de mí...

Y yo de él.

Él tenía ese olor tan fuerte, ese olor que no podía ignorar. Siempre lo había visto en la escuela, pero era fácil ignorarlo, pues lo veía de lejos y no cruzábamos palabra alguna. Pero estar en el mismo salón, encerrados, se había vuelto mi tormento. Quería su sangre, beberlo hasta terminar con su vida. Pero no podía, no podía."


Miré la pared y sentí que si en ese momento hubiera tenido lágrimas, ahora estaría llorado. Suspiré fuerte y miré que el cielo se había vuelto oscuro.

"Quise huir de ahí en el momento en que supe que no podía ser mío. Pero él insistía. Le decía una y otra vez que eso estaba mal, que era lo peor que podía ocurrirle, no debía de estar enamorado de mí, le podía hacer daño, pero él nunca me entendió. Tomaba mis advertencias como algo aun más llamativo. Qué tontos son los hombres.

Él era para mí, lo que los italianos suelen decir como "Il tuo cantante". Ya no podía dejarlo.

O eso quería pensar.

Un día, mientras él y yo estábamos en mi casa, se acercó con cautela a mí, buscando no alertarme para alejarlo como siempre. Yo había establecido que podríamos estar juntos, pero sin haber ningún toque de por medio, él aceptó, pero no estuvo de acuerdo. Ese día, justo cuando se acercó, no sé qué fue de él que su olor me embriagó más y más. Tocó mi mano y a pesar de ser tan fría, él la sujetó fuerte. Me orilló en una pared y sin saber cómo... me besó. Me besó con sus dulces y suaves labios. Con su aliento que me hechizaba, su olor que me hacía perderme.

Pero yo jamás había besado a nadie así, y los instintos se comenzaban a apoderar de mí.

Lo sujeté del cuello y lo besé con más fuerza. Él estaba encantado, me sujetaba de la cintura y no quería soltarme, ni yo a él. Pero en su aliento olía su sangre, en sus labios tenía la necesidad de clavarle los colmillos y terminar con mi sed. Me di cuenta de mis pensamientos y lo alejé de golpe.

- Vete - le dije.
- No, no me voy a ir, quiero estar contigo.
- Te digo que te vayas - él todavía me volvió a besar, pero mis instintos estaban alocándose más, lo volví a separar de mi.
- ¿Por qué? - dijo con una infinita tristeza - yo te amo y tú me amas.
- Soy tu maestra - traté de justificarme.
- ¿Y eso qué? Te amo.
- Vete, vete y ya no vuelvas.
- Ireri... - se acercó para darme otro beso, pero lo volví a alejar, ésta vez sin probarlo.
- ¿Qué no entiendes? Se acabó el juego. Ya estuvo bien de esto de la maestra y el alumno - dije sin pensarlo - ¿Querías estar con una maestra? Pues ya, lo lograste. Yo quería ver que se sentía estar con un alumno, y no fue nada extraordinario ¿de acuerdo? Ambos ganamos algo, pero ya no hay más. ¡Lárgate!
- Tú me amas.
- Tú no eres más que un chiquillo.
- Tú me amas.
- No seas estúpido - lo jalé a la puerta - Yo no amo a nadie, y no podría amar a un niño, porque eso eres, un niño. ¿Sabes qué necesito? Un hombre, no a un chiquillo berrinchudo. Así que si no quieres de verdad lamentar estar conmigo, ¡Lárgate!

Le abrí la puerta y lo empujé

- Yo te amo.
- Tú me enfermas - y le azoté la puerta en las narices.

Esa noche no pude ni siquiera parpadear. Me quedé en mi casa pensando y pensando en nada y en él. Lo amaba tanto, pero era tan peligrosa para él. Ya no podía estar cerca, si lo volvía a oler no tardaría en devorarlo. Así que encendí la computadora y como mensajero anónimo, corrí el rumor de que él y yo andábamos. Esa era la peor traición de un maestro, el motivo por el que me echarían.

Y la red es tan rápida.

Al lunes siguiente la directora estaba que echaba fuego por la boca. Su hijo trató de cubrirme, diciendo que eran mentira los chismes que corrían por la escuela. Me preguntó a mí, y yo le dije la verdad que ella necesitaba escuchar y yo creer: Su hijo me amaba, o eso decía, y yo sólo había jugado con él.

No tardó en echarme del colegio. De no ser por mi mirada desafiante, ella misma me hubiera echado a patadas. Así que me dio un cheque y me dijo:

- Jamás vuelva.
- Jamás volveré – le prometí.


Suspiré con dolor. Fue uno de esos suspiros que te duelen, y no por el hecho de respirar, sino por recordar.

Esa misma mañana compré un boleto para Inglaterra sin regreso. Sólo había una persona que me podía dar refugio: William, mi protector en los días difíciles, así que no lo pensé y huí lejos de él.

¿Que si le dije algo? ¿Que si pasó como en las películas y él llegó en el último momento para despedirse de mí o detener mi viaje? Claro que no. Evité a toda costa que supiera dónde estaba.

Desde ese día, no lo he vuelto a ver y por su bien, espero no verlo de nuevo.


Cerré mi cuaderno de golpe y volví a respirar. Ya nada de eso me tendría que hacer daño, sólo ha pasado un año de eso. Me fui a mi habitación a vestirme para la escuela. Mi actitud tendría que ser otra. Es un nuevo día, es algo que debo de disfrutar, como todos los primeros días.

Salí lista y guapa de mi nueva casa. Miré mi coche y le sonreí como si fuera mi cómplice. Volví a dar un fuerte suspiro.

- Hoy, él entra a la universidad – me dije y sonreí.

Espero de verdad que esté muy bien el único chico al que he amado.

Arranqué mi coche y mis pensamientos ya no volvieron a él ese día.

Después del entierro

Respirar... ¿qué demonios era eso ahora? No podía encontrar palabras para mi mismo, ni para el vacio que sentía en ese momento. Mi cuerpo estaba vació, y mi alma muerta, como mi hermana.

No podía creer que la había disfrutado tan poco, sólo unos años, y que de buenas a primeras... su habitación estuviera vacia, su perfume aun en su ropa, en su almohada, hasta en ese oso que le regalé cuando la conocí y que dormía con él... ¿qué importaba ahora? Nada. Ya nada importaba.

Mis padres no encontraban consuelo. Sí, era su hijo ante la ley... pero ella era su única hija de sangre, a la que vieron desde pequeña, la que creció con ellos. Yo no era nadie, nadie, y mi consuelo no les iba a servir de nada, al contrario, sentía que animaría su odio contra ese ser supremo al cual le rezan y al que yo he dejado de creer. Si existiera, ella seguiria con nosotros, conmigo, no me la hubiera arrebatado jamás, seguiría jugando conmigo, platicaríamos todas las noches sin parar hasta que nos intentaran callar, si ella estuviera, la abrazaría y no dejaría que ningún tipo la lastimara.

Pero ya no tenía a nadie que proteger, todo se había ido hoy en una tumba llena de flores, en una cruz que ahora dice para la eternidad su nombre. Se había ido mi única razón de ser sedentario, mi única hermana, mi mejor amiga, el amor de mi vida.

La familia de ella llegó diciendole a mis padres y a mi palabras vacías, consuelo que ellos no sentían, lágrimas que no debían derramar. ¿que nadie sabía que Bridget no quería que aquellos que jamás se acordaron de ella mientras agonizaba, se acercara a su tumba ahora que había... que ya no estaba?

Yo no había podido derramar una gota frente a ella, ni frente a mis padres, era el único apoyo que tenían, el único fuerte que necesitaba sostenerlos para no dejarlos caer. Pero por dentro estaba tan o más muerto que ellos y con un dolor agudo que no me dejaba vivir.

Sus amigos, algunos hipócritas, otro no tanto, pocos sus verdaderas amistades que le lloraron, que la visitaron y le pidieron aguantara... ¿cuantas veces no le pedí yo eso? Le rogué, le imploré que aguantara, que viviera, que sin ella no podría seguir, pero su sonrisa debil y su palidez me decían que ella ya no quería estar sufriendo... ¡que importaban mis palabras entonces!

Lo peor fueron sus últimas palabras. Lo peor fue escucharla tan debil... lo que más me rompió el corazón fue su última acción...

Me acerqué a ella, todos se habían ido ya, nuestros padres estaban afuera, Bridget me miró tratando de sonreir, respirando debilmente, con la máquina a su lado y esos sonidos que jamás olvidaré. Ella entonces me pidió un favor, yo estaba dispuesto a ayudarle en lo que fuera, así que me hinqué a su lado, pero me pidió levantarme, eso hice. Empezó a relatar la historia de cómo nos conocimos, de cómo me llevó a casa y cómo convenció a nuestros padres de adoptarme, sonreí con ella, eran los pocos recuerdos más felices de mi vida. Enseguida me hizo una confesión, la confesión que dijo debía hacerme hace años, desde que me vio...

Ella me amaba.

Pero no de la forma en que amaba a un hermano, sino de la forma en la que ella siempre estuviera a mi lado. Ahí fue donde me pidió el favor... un favor que también deseaba yo, pero que jamás creí que me lo pediría...

La tomé de la nuca con una mano y de la cabeza con la otra, acerqué mi rostro al suyo... y uní nuestros labios.

Era la primera vez que besaba a alguien, y besarla era muy dulce, pero muy triste. Sentí que sus lágrimas recorrían sus mejillas, le volví a suplicar en mis pensamientos que no me dejara, que no me abandonara... pero me llevé su último aliento... y con él el agudo sonido de una máquina que me decía que mi amada Bridge me había dejado... para siempre.

Hasta entonces supe que yo también la amaba.

¿Respirar? ¿de qué me iba a servir ahora que ya no tenía por quién hacerlo? Aspiré el aroma de aquel oso que le regalé, recargado en el árbol en que me dió la noticia de que seríamos hermanos para siempre.

Me senté viendo la nada, esperando que estuviera a mi lado y se recargara en mi hombro para platicar de su día...

Apreté los ojos, y cuando los abrí, lloré hasta quedarme secó, imaginando que Bridge estaba a mi lado para jamás dejarme.

Prueba

Probando 1, 2, 3...