Casa vacía

jueves, 18 de enero de 2018

-Por fin tenemos casa sola- murmuré sin contener una sonrisa de lado.


Las luces estaban apagadas, brindando un aspecto fantasmagórico al almacén. La última vez que recordaba quedarme así fue años atrás mientras jugaba con mi amado hermano a molestar a la seguridad del lugar. Estaba decidida a pasar un buen momento, esos pequeños lapsus de tiempo que lograban quitar el estrés en mis tiempos más difíciles estudiantiles, la diferencia  era que Darían no sería mi compañero protagonista nunca más, Tal vez era algún ángel o demonio que estaba poniendo a este chico en mi vida, debía dejar mi valioso pasado guardado... jamás lo olvidaría por supuesto, existen situaciones que se atesoran más que la vida misma, pero también llega el momento de aventurarse a descubrir nuevas cosas.

Saque mi celular presionando las teclas 007- Misión aceptada- murmuré con mis labios a su oido- por favor, ayúdame a resolver este caso, y para el momento que todo terminé desapareceré si así lo quieres, no te molestaré ... aunque no sé si vas a querer tener una vida sin emociones en la que no esté la dulce locura- un ruido al fondo me hizo sospechar que no iban a esperar a su respuesta- lo sujete de la mano y comencé a correr.


Encerrados

miércoles, 23 de agosto de 2017

Apenas había salido como super héroe el ladrón travesti cuando de pronto tomó mi mano y sin saber cómo me levanté comencé a correr a su lado.

¿Pero qué paso? ¿No se suponía que era inocente? ¿Por qué se da a la fuga? Es más... ¿Por qué me doy a la fuga yo?

Me arrastró a una tienda de muebles y cuando vio la oportunidad abrió la puerta de un armario, me empujó, entró, cerró la puerta y quedamos atrapados y prensados en ese pequeño cuarto oscuro.

Su respiración agitada combinada con una gran sonrisa de triunfo me intrigó. Quise abrir la boca, pero inmediatamente la chica me la tapó con tal fuerza que la sentí como una cachetada en la boca. Se quedó en silencio, escuchando como desde afuera nos buscaba uno de los policías que, sin entender tampoco porqué corrimos, se fue cuando el otro policía le dijo que la ladrona confesó que fue una ladrona solitaria.

Todavía quedamos esperando un rato más en silencio hasta que el ladrón travesti bajó la mano y me miró sonriendo, contento de la travesura hecha.

- ¡Te deportarán si te atrapan! - dijo entusiasmada en voz baja.
- ¿Deportarme? Soy ciudadano estadounidense.
- ¿Qué? ¿No eres francés?
- Bueno sí, pero nací en Seattle, sólo que me fui muy joven y allá me adop... Oye, ¡yo no debería contarte esto! ¡Déjame salir!

Abrí la puerta con sigilo buscando si alguien nos buscaba, pero cuando abrí la puerta resultó algo peor.

- ¿Ya se fueron? - preguntó el héroe ladrón travesti.
- Sí...
- Bueno, ya salte...

Pero de pronto ella se dio cuenta de lo que estaba pasando...

- Todos se fueron.

El centro comercial estaba cerrado. ¿Pues cuánto tiempo estuvimos ahí?


Mientras corremos

viernes, 21 de julio de 2017

Me temo que se equivocó de puerta señor- eso me enfurecio. Estaba preparando la letania de palabrotas que iba a decirle cuando lo observe de reojo. Era él... el chico de la mirada triste del tren... Intente zafarme forcejeando sin dejar de mirar la entrada del baño para que la curiosidad de mirarlo nuevamente no volviera a mi.

- ¡Déjame en paz! ¡Suéltame! El verdadero ladrón está dentro-grite.

- Sí, sí, el verdadero ladrón está dentro de ti-me dijo devolviendo mis ganas de golpearlo por más que fuera el chico melancólico.
- ¿Qué? No seas estúpido, el ladrón de las joyas está dentro del baño.
- Una mala excusa, los aretes los llevas en la oreja- en ese momento me percate de que ahora mismo parecía un chico con aretes.

- ¡Esos son míos! Sueltame estúpido franchute, se va a escapar- el dudo un instante y aflojo el abrazo
- ¿A quién le dices "franchute"?- el tono en su voz me hizo querer sonreír.
- Mira, no bromeo, la persona que robó está dentro y quiero atraparla para demostrar mi inocencia.
- Cuando la policía llegue que la busque.
- Cuando eso pase se habrá ido, pierdo más el tiempo hablando contigo que entrando en acción-estaba planeando el modo más rápido de lograr zafarme de su abrazo pero el aflojo ¿o acaso había creído en mi?

- Está bien ¡atrápalo!

Antes de que tuviera tiempo de dudar sali corriendo al lugar. Afortunadamente el baño lucía desertico. Antes de que alcanzará a cerrar la puerta tomé a la pequeña mujer de cabellera teñida de rubio barato y la arrastre a fuera.

- No voy a permitir que una copia Channel como tú se salga con la suya culpando a inocentes-trato de aventarme sin contar con mis reflejos. Me rasguño en el rostro cuando trato de encajarme  las uñas sin embargo logré darle un golpe en el estómago, aproveché su entretenimiento  para arrebatarle el bolso.

La arroje por la puerta aproximandome a la zona donde los policías ahora acorralaban a mi ayudante ladrón.

- ¡Ahí tienen a su ladrona! Deberían dedicarse a realizar bien su trabajo y no andar culpando personas por su apariencia - grité arrojando a la mujer y el bolso ante ellos.

-Aclarado todo, y si nos disculpan...- tomé al chico de la mano y lo obligue a correr. Ni siquiera se había resistido y se acoplo a mi paso. Los guardias de seguridad comenzaron a correr tras nuestro rastro.

Corrimos por varios pasillos hasta llegar a una tienda de muebles en donde vi un armario y nos obligue a meternos mientras los perdiamos.

Mochila al hombro

Cuando me di cuenta de todo lo que había hecho ya estaba del otro lado del mundo.

Me parecía absurdo, y quizás lo era, pero una buena mañana me desperté con un pensamiento en la cabeza: "Me voy".

Hablé con mis padres en desayuno, les solté la idea sin pensarlo mucho. Mi madre me miró con ojos llorosos y mi padre trató de comprender mis motivos.

- Creo que lo necesito. Cambiar de aires, conocer gente nueva.
- ¿Olvidarla? - preguntó con cierta desilusión.
- No olvidarla... más bien vivir la vida como Bridgette hubiera querido que lo hiciera siempre.

Ante eso mis padres no me antepusieron excusas, por lo que al día siguiente saqué mis ahorros, mi pasaporte, unas pocas cosas y tomé el primer avión que saliera de Francia.

Me acerqué a una aerolinea y les pedí que me dieran el vuelo de la última persona que canceló.

- ¿Pero a dónde quiere ir?
- Ya le dije: al lugar donde el último de sus clientes canceló.

La recepcionista me vio con sospecha, me inspeccionó de la cabeza a los pies, miró mi mochila vieja y sin más remedio se puso a teclear en su computadora.

- La última persona que canceló fue un viaje directo a Nueva York... - suspiró sarcástica - de primera clase... - Me miró con suficiencia - ¿te alcanza?

Por supuesto que no era la primera persona que me miraba así, pasé muchas de esas antes de ser adoptado. Así que le jugué una treta. Me puse a buscar en mis bolsillos y empecé a sacar monedas y papeles que había guardado. Me los puse a contar frente a ella logrando contar sólo 20 euros.

- Tengo pasajeros esperando, si todo esto es una broma, te pido que te hagas a un lado.
- Tiene razón. No me gusta hacer transacciones en efectivo. - Saqué mi cartera roída y de ahí saqué mi tarjeta American Express Black - cobre el boleto a Nueva York de primera clase.

La recepcionista frunció el ceño y me arrebató la tarjeta, hizo el cobro y a la hora estaba abordando el vuelo directo al otro lado del mundo.

Todo el vuelo me la pasé mirando la ventanilla, me dormí y pedí vino tinto.

Entendí que fue una imprudencia haber usado la tarjeta de mi padre, pero me había dicho que la usara en casos extremos. Aunque la verdad es que sabía que no debía hacerlo más, mi nueva vida no la pasaría a expensas de mis padres, eso no sería el deseo de Bridgette.

Aterrizamos y mientras todos se fueron por sus maletas, yo sólo me acomodé mi mochila al hombro y salí de ahí sin rumbo. Salí tomando el primer taxi.

- ¿A dónde lo llevo?
- No lo sé... tengo hambre. - El taxista me miró por el espejo espantado - no se preocupe, sí tengo para pagarle. - alzó una ceja y aun dubitativo arrancó el coche.
- ¿Y como qué se le antoja?
- No lo sé... comida americana.

Y me dejó enfrente de un centro comercial.

Sentí que todo era un cliché, hubiera preferido ir a alguna otra parte, pero creo que como me vio la cara de vagabundo pensó que iba a ser lo único que alcanzaría pagar.

Lo cierto era que debí de cambiar Euros en el aeropuerto, pero imaginé que con los 10 dólares que tenía me alcanzaría.

Subí por una escalera electrica y mientras buscaba la siguiente que me llevaría a los lugares de fast food, me quedé mirando algunos aparadores. En realidad no había mucha diferencia entre estos lugares y los de casa.

Escuché ruido a lo lejos y gente que se peleaba. Como todos curioseé para saber de qué trataba y de pronto vi como un chico salió disparado de ahí.

"Ladrón" pensé. Y sin que nadie me lo pidiera corrí tras de él, vi que se dirigía al baño de mujeres, así que corrí más y antes de que pudiera cruzar la puerta lo sujeté de los brazos.

- Me temo que se equivocó de puerta señor.

El muchacho me miró con sorpresa y furia. Intentó zafarse forcejeando y ahí me di cuenta que el muchacho tenía aretes largos y dorados, además de los labios rojos.

"Ladrón y travesti" pensé.

- ¡Déjame en paz! ¡Suéltame! El verdadero ladrón está dentro.
- Sí, sí, el verdadero ladrón está dentro de ti.
- ¿Qué? No seas estúpido, el ladrón de las joyas está dentro del baño.
- Una mala excusa, los aretes los llevas en la oreja.
- ¡Esos son míos! Sueltame estúpido franchute, se va a escapar.

Me ofendí.

- ¿A quién le dices "franchute"?
- Mira, no bromeo, la persona que robó está dentro y quiero atraparla para demostrar mi inocencia.
- Cuando la policía llegue que la busque.
- Cuando eso pase se habrá ido, pierdo más el tiempo hablando contigo que entrando en acción.

Lo fui soltando, porque inmediatamente me di cuenta que podía tener razón y lo estaba juzgando al igual que lo hacían conmigo.

- Está bien - lo solté - ¡atrápalo!

Y como si la policía hubiera caminado en lugar de correr tras el ladrón, apenas llegaron y se fueron contra mi lanzándome al piso.

- ¡Oiga! ¿Qué le pasa?
- Está acusado de complicidad de robo.
- Pero yo no soy complice.
- Dejó escapar al ladrón.
- No, no, no... el garçon está atrapando al verdadero ladrón. Está en el... - de pronto se abrió la puerta, dejando caer a una mujer noqueada la cual fue golpeada de nuevo cuando la puerta regresó a su cuerpo.

El policía y yo nos quedamos mudos cuando del baño salió el muchacho de labial rojo y aretes dorados con una bolsa con el motín.

- ... baño.

El muchacho salió victorioso, como con un aura detrás de él que lo hacía deslumbrarse... creo que fue una lámpara que rompieron, aun así, ese garçon en ese momento me deslumbró.

"Ladrón, travesti y valiente" pensé. 



El ladrón

En cuanto terminé de realizar la pasarela de un afamado diseñador de modas decidí que era momento de guardar la depresión nuevamente en el closet.

Me coloque unos viejos vaqueros, sujete mi cabello bajo una gorra y me puse una sudadera inmensa ocultando mi figura para lograr asi fugarme del grupo de guaruras que mi padre había puesto a mi disposición.

Me puse a caminar por uno de los tantos inmensos centros comerciales de mi familia, mirando los aparadores con las miradas de desprecio de la alta sociedad. Me metí en una joyería a mirar y cuando intentaba salir de allí una mujer con ropa de imitación tropezó conmigo y la alarma de robos se activo. Al siguiente instante dos tipos encargados me sujetaron, alegando que el par de aretes que traía puestos eran parte del botín que estaba robando a la tienda.

Logré darle una patada en las espinillas a uno de ellos y salí corriendo, sin darles tiempo de reaccionar. Pude mirar a la verdadera ladrona escabullirse en uno de los baños del lado sur del almacén disimuladamente.

Corrí en esa misma dirección iba a demostrar mi inocencia y atrapar a la verdadera culpable y digo iba porque cuando intentaba introducirme al baño unos fuertes brazos me aprisionaron y una voz varonil resono en mis oídos: -Me temo que se equivocó de puerta señor.

Juramento

martes, 28 de junio de 2011

Algunas personas dicen que tengo suerte, pero no he podido comprobarlo. Por más que hablen de mi, por más que los ignore, hay palabras que hacen daño, y las que hacen más daño son aquellas de compasión, las de lástima, las de aquellos que más amas.

Jamás he perdido la esperanza a nada, mucho menos al amor y sé que para llegar a eso hay que pasar por el desamor. Pero tengo fé, no tengo que llegar a eso para encontrar el amor.

Cuando la conocí me sentí tan afortunado, quizás sí conocí la suerte ese día, ella sonrió de nervios, ibamos a salir los dos al mismo tiempo en la pasarela. No la conocía, jamás la había visto en persona, sólo sabía que ella era una leyenda, yo sólo un pueblerino del este de Estados Unidos.

- No tengas miedo - dijo, me tomó de la mano dandome completa confianza. Sonreí con ella y cuando fue nuestro momento lo hicimos como si lo hubieramos hecho mil veces antes.

Regresamos a los camerinos y tan emocionada como estaba me abrazó, sin saber que a partir de ese momento estaría enamorado de ella.

Ella siempre estaba sonriente, siempre amable, claro, como todos mantenía un caracter temible cuando se molestaba, pero en general era la persona más carismática que había conocido. Siempre tramando travesuras, aventuras, no había un momento de tranquilidad con ella, todo era emocionante...

Pero cuando se fue su hermano todo eso de ella cambió. Fue a mi, me lo contó, platicó y prometió hacer algo, su familia volvería a ser la misma y aquella que quebró todo pagaría hasta las ultimas consecuencias. En ese momento parte de su brillo había desaparecido, y apareció otra parte de ella.

Sin embargo, aunque quisiera ayudarla en todo, ella se negó, haría todo sola. Me pidió jurara continuar con mi vida, como ella lo haría con la suya. Lo juré.

Recorrí Europa, América y Asia, todos en el trabajo que mejor sabía hacer. Salí en revistas, portadas y carteles publicitarios. Realicé algunos pequeños papeles en películas, en series y en comerciales. Hice todo lo que debía hacer, pero aun me sentía vació, sabía que no podía dejar las cosas así, no podía continuar mi juramento sin verla de nuevo...

Así que volví, no dispuesto a conquistarla, tampoco con la idea de enamorarla de mi. Sí, volví por ella, volví por mi juramento.

Mi vida continuaría, pero a su lado.

Libertad

domingo, 26 de junio de 2011

Puedo recordar todos los detalles de mi vida sin error, con lujo de detalle, inclusive puedo recordar lo que estaba pensando en cada momento que viví.

Y es que mi vida no es una corta historia de 32 años que aparento, sino una de casi mil que llevo a cuestas.

En esos mil años han sucedido infinidad de cosas, he conocido más la muerte que la vida, he conocido más el odio, el rencor y las guerras que el amor y la bondad que a los humanos les encanta presumir. Sin embargo eso no me afecta, no me mata, no me interesa. Ya no más.

Yo soy la creación de un vampiro barbaro, sanguinario, que amaba la guerra, la sangre y el dolor como nadie más. Decidió usar a una mujer para engendrar a un ser como yo, mitad humano, mitad vampiro. A esa mujer jamás la conocí, no supe quien era, no recuerdo su rostro, sólo recuerdo el olor de su cuerpo, lo tibio de su cuerpo y lo caliente que estaba su sangre cuando la devoré. Me dio vida, y a cambio, yo tomé la suya.

Crecí tan rápido que todo aquel humano que me veía no me podía reconocer, pensaban que era otra persona, otro niño. Pero no sólo mi cuerpo crecía sin límite, mi mente también lo hacía, tan pronto tenía un mes de vida, mi cuerpo parecía de un niño de 10 y mi mente la de un joven de 20 años.

Mi padre vivía en un mundo de guerras, violencia, formaba parte de un ejercito de carroñeros, vampiros que se alimentaban de los humanos caidos. Al principio me llevaba, me obligaba a alimentarme de ellos, pero tan pronto probaba su  sangre tibia o fría, los vomitaba, me causaba repugnancia. De pronto ver a mi padre alimentándose de ellos me dio asco y lo rechacé, prefería cazar a mis propias victimas y matarlas yo mismo.

En ese tiempo, los humanos tenían miedo a criaturas como mi padre, pero el beneficio que ambos podían obtener los mantenía juntos. Esas personas eran igual o más sangrientas que mi padre, así que cuando me presentó frente a ellos no tardaron en aceptarme, aunque no podían negar el miedo que me tenían. Una cosa muy clara era que mi padre fuera un vampiro, un hombre transformado por otro ser igual que él, pero yo era diferente, ellos me veían crecer, me veían matar sin tocarme el corazón, era más fuerte que ellos y no envejecía. Me temían.

Las reuniones de los lideres de guerra pronto se volvieron comunes para mi. Tenía una mente que podía planear los ataques con exito, preveer los ataques de los demás sin margen de error. Los viejos y los sabios me pedian consultas, yo podía elegir a los prisioneros que cenaría. Hasta la atención que recibía mi padre era la más atenta, le habían dado a elegir sus victimas para comer, pero siempre elegía los cadaveres, jamás dejaría de ser carroñero.

Pasó muy poco para que mi padre decidiera volver a crear a un ser parecido a mi. Usó a otra mujer y de nuevo murió dando vida. Mi hermano no mató a su madre de la misma forma que yo, al poco de nacer se puso débil, ni la sangre lo animaba. Mi padre supo en ese momento que su segundo intento había sido fallido e intentó matarlo al instante, pero yo no lo permití, le pedí dejarlo con vida, así yo le enseñaría todo lo que sabía. No muy conforme, aceptó.

Crecimos juntos, convivimos y lo llegué a querer como nadie, era el único que podía comprender mis diferencias con los demás, entendía mi soledad. Pero él no era muy fuerte en la batalla, ni muy hábil para la estrategia. Yo lo protegía, lo cuidaba, yo lo veía como mi hermano, mi padre lo veía como una molestia.

Una noche que salí al campo de batalla, lejos del campamento, mi padre aprovechó para esconderse de mi y en medio del sueño de mi hermano... lo destazó.

Regresé y lo encontré muerto. Nadie se había atrevido a tocarlo, a ocultarlo, lo miraban con desprecio y hasta con gusto tomaban su muerte. Yo no pude con el dolor, la desesperación, la ira. Encontré a mi padre, comiendo muertos, le grité, le reclamé, era obvio que había sido él, no lo negó.

- ¿Para qué vivir una criatura tan débil y torpe? Lo mejor que le podía pasar era morir.

No soporté sus palabras, su indiferencia. Corrí a él,  lo enfrenté, y lo maté con facilidad, con placer. Sin buscarlo, me había deshecho de aquel que me ataba, de un "amo" que despreciaba. Con su muerte, yo ganaba mi libertad.

A partir de ese momento yo pude hacer lo que quise. Tomar mis propias decisiones, unirme al ejercito que quisiera, buscar a mis victimas, ser libre.

Sin embargo la libertad la cambié, me até a un odio, a una venganza, la até a ella y mi juramento de acabar con todo lo que ame, lo que la haga feliz...

Mi venganza es acabar con la única persona que he amado por no amarme.