El ladrón

viernes, 21 de julio de 2017

En cuanto terminé de realizar la pasarela de un afamado diseñador de modas decidí que era momento de guardar la depresión nuevamente en el closet.

Me coloque unos viejos vaqueros, sujete mi cabello bajo una gorra y me puse una sudadera inmensa ocultando mi figura para lograr asi fugarme del grupo de guaruras que mi padre había puesto a mi disposición.

Me puse a caminar por uno de los tantos inmensos centros comerciales de mi familia, mirando los aparadores con las miradas de desprecio de la alta sociedad. Me metí en una joyería a mirar y cuando intentaba salir de allí una mujer con ropa de imitación tropezó conmigo y la alarma de robos se activo. Al siguiente instante dos tipos encargados me sujetaron, alegando que el par de aretes que traía puestos eran parte del botín que estaba robando a la tienda.

Logré darle una patada en las espinillas a uno de ellos y salí corriendo, sin darles tiempo de reaccionar. Pude mirar a la verdadera ladrona escabullirse en uno de los baños del lado sur del almacén disimuladamente.

Corrí en esa misma dirección iba a demostrar mi inocencia y atrapar a la verdadera culpable y digo iba porque cuando intentaba introducirme al baño unos fuertes brazos me aprisionaron y una voz varonil resono en mis oídos: -Me temo que se equivocó de puerta señor.

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