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lunes, 25 de abril de 2011

Quizás tenía aun demasiado atorado el sentimiento como para dejarlo ir. Miraba a todos los parientes rezar y llorar. Yo ya me había cansado de hacerlo. Estaba tan muerto por dentro, que llorar hubiera demostrado sólo que seguía vivo... y no quería estarlo.

Cuando regresé a casa, después de dejar a los ultimos en París, me encerré en mi habitación. Todo tenía algo de ella, su olor, su presencia, su imagen. Me eché en mi cama boca abajo, tenía los ojos abiertos, pero perdidos en las últimas veces juntos. Cuadno estuvo en mi cama, cuando estuvo sentada en la silla, cuando me gritaba por que hice una travesura. Respiré tan fuerte como pude.

Estaba a punto de volverme loco.

Mi madre tocó la puerta y me llamó para salir. La ignoré. Volvió a tocar, pero esta vez entró, se sentó a un lado de la cama y me acarició la cabeza revolviendome el cabello.

- Yo también la extraño.
- No lo dudo. - dije honestamente, dejándome querer, sintiendome protegido por ese calor que esa mujer y su marido me habían proporcionado sin condiciones.
- ¿Por qué no sales? Tu padre y yo queremos cenar todos juntos.Vamos Keane...

No tenía hambre, desde hace días no sentía apetito, sin embargo no pude negarme. La mujer me tomó de la mano y me llevó a la cocina como niño chiquito. Ahí estaba mi padre, hombre de temple tan fuerte cuando lo conocí, y ahora sólo es un hombre ojeroso y débil. Cuando me miró intentó sonreir. Nadie podía hacerlo, nadie quería hacerlo.

La cena no sé su fieron habichuelas o tachuelas, era lo mismo para mi paladar. Para el de todos. El silencio de los tres se volvía cada vez más incómodo, pesado. Era demasiada tristeza en el ambiente. De pronto una cuchara que estaba en el fregadero cayó al suelo estrepitosamente y los tres la miramos con detenimiento entre sorprendidos y asustados.

Esbocé una sonrisa. Sentí por primera vez, como hace mucho tiempo, que Bridget lo había hecho para romper le silencio. Yo le hubiera sugerido que fuera la cazuela, pero ella siempre había sido más fina y delicada.

Miré a mis padres. Ellos seguían mirando la cuchara, como buscando al responsable, obviamente no había nadie ahí.

- ¿Saben? - interrumpí su busqueda - hoy una chica me dio una nota y me dio un beso.
- ¿Un beso? - preguntó mi madre interesada.
- Sí, en la frente.
- ¿Y eso por qué? - preguntó ahora mi padre.
- No sé... - me encogí de hombros - fue como si Bridget me hubiera mandado a alguien para darme animos... - saqué la nota de mi bolsillo trasero y se la di a mi mamá. - Creo que no quiere que ninguno nos rindamos.

Mi madre tomó la nota y la empezó a leer. Rápidamente se tapó la boca y las lágrimas salieron de sus ojos. Mi padre se acercó a ella y la tomó de los hombros. También se puso a leer la nota y se soltó a llorar.Me uni a ellos y los tres nos dimos un fuerte abrazo.

Hacía tanto que nos hacía falta un consuelo.De pronto cayó un tenedor muy cerca de donde había caido el anterior.

- Basta Bridgett, sólo te falta que tires las cazuelas - dije inundado de lágrimas y una sonrisa. mis padres también sonrieron entre sus lágrimas.
- No Keane - me contradijo mi madre - Bridgett es más fina.

Sonreimos todos juntos, todos, no faltó ninguno.

Ni siquiera Bridgett.

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